Manto bordado en hilo de oro sobre terciopelo rojo, obra realizada por Dª Emilia Salvador Ibarra de Sevilla, que lo comenzó el 15 de abril de 1897 y lo finalizó en 1902. En su origen fue para la Hermandad de Nazarenos de Padre Jesús de la Pasión y Nuestra Señora de la Merced de Sevilla, a quien se compró en el año 1928. En 1966 se pasó el bordado al actual terciopelo rojo del primitivo negro por las Hermanas Franciscanas de Ronda.

Delantera y trasera del palio de Nuestra Señora de la Merced, Sevilla, antes del año 1928, pues en ese año lo adquirió nuestra Hermandad.

Lo único que  ha variado ha sido el color, pues en 1966 se pasó del negro al burdeos actual. Se pueden ver las bambalinas y el manto, llamado en Sevilla "El de la Paloma", y que empezó a bordar Emilia Salvador en 1897

BREVE HISTORIA DE UN MANTO

Exposición "La Semana Santa de ayer". Sevilla marzo 1985
Exposición "La Semana Santa de ayer". Sevilla marzo 1985

 

La asistencia en la tarde del pasado miércoles al acto inaugural de la exposición que bajo el título “La Semana Santa de ayer”, pudimos contemplar la espléndida colección de mantos procesionales, imágenes y enseres que, en otro tiempo, pertenecieron a nuestras cofradías y que se exhiben en la sede de la Obra Cultural de la Caja de Ahorros Provincial San Fernando de Sevilla. Obras de arte de ricos bordados, con reflejos de inigualable belleza, verdadero tesoro de nuestras cofradías, da pena confesarlo, no supieron valorar en tiempos pasados.

Mi condición de antiguo cofrade de mi querida Hermandad de Jesús de Pasión, me hace recordar vivencias y recuerdos de actos, situaciones, problemas que, a través de ya 68 años transcurridos, fluyen a mi memoria al haber sido fiel testigo de tales hechos.

Por ello, me he sentido atraído de hilvanar unas notas de cierta curiosidad para la generación actual, en orden a la pérdida del antiguo manto de la Virgen de la Merced, que hoy ha quedado expuesto para admiración de propios y extraños en esta magnífica exposición como espléndida obra de arte del bordado, afortunadamente muy bien conservado y que tiene especialísimo interés artístico.

En el año 1928, la Hermandad de Pasión sentía marcado entusiasmo en la tarea emprendida en la construcción del actual paso de palio de la Virgen. En las dependencias altas de la sala sacramental , se había instalado un taller especialmente dedicado a las labores de bordado del manto, saya y ropaje de San Juan Evangelista, bajo la experta dirección del artífice Antonio Amán, que regía los trabajos de un competente grupo de bordadoras, como autor del dibujo que había diseñado previamente.

Esto hizo que, ya que la obra muy adelantada, la junta de gobierno acordase vender el antiguo paso de Virgen. Por tanto, se desprendería de los magníficos bordados de manto y palio de aquella época.

Recordando estos extremos y haciéndole ver la importancia del manto antiguo a Luís Becerra, verdadero artífice de esta exposición, que según conocía estaba en Ronda, no dudó por un momento en realizar las gestiones oportunas de forma personal para traer a Sevilla esta pieza inigualable a la exposición que ahora admiramos.

Resulta singular, recordar algunos pormenores que se recogen en el catálogo de dicha exposición como “obra de la última decena del siglo XIX”, conociéndosele como pocas, aunque de gran importancia a la que se reseña de Emilia Salvador.

Efectivamente, se trata –añade el catálogo- “de prenda al gusto de la época en las que las masas de los adornos de hojas de acanto predomina toda ella con gran riqueza sobre terciopelo negro”. Año 1897.

Pues bien, esta obra artesanal la lució la Virgen de la Merced en bordados sobre terciopelo negro, si bien hoy se admira en terciopelo rojo, hasta el referido año 1928 en que definitivamente la Hermandad de Pasión la vendió a la de Nuestro Padre Jesús y Nuestra Señora de los Dolores, de la ciudad de Ronda.

Merece especial recuerdo la Semana Santa de aquel año, puesto que el Jueves Santo fue un día aciago para las cofradías, entre ellas la de Pasión, ya que una incesante y fuerte lluvia no cesó durante toda la tarde y noche, lo que hizo que la junta de gobierno, lógicamente, suspendiera la salida de la cofradía.

Recordamos como ante este hecho, se dispusiera el rezo del Santo Rosario y un vía crucis, iniciándose éste con la cruz de guía y faroles de plata. En el púlpito dirigiendo este culto, el tan admirado director espiritual don José Sebastián y Bandarán, camarero del Señor de Pasión, que pronunció una fervorosa plática. Pocos hermanos, reducidísimo número, habían acudido con la túnica de nazarenos, en su mayoría jóvenes; los demás vestidos de seglares unidos a fieles que llenaban por completo el Salvador. Así terminado el acto, los hermanos se despidieron de las sagradas imágenes con la petición íntima de una oración para un tiempo más bonancible en 1929.

Tenía concertado la Hermandad de Pasión, con la de Ronda, entregar el paso de la Virgen completo, excepto la candelería, una vez efectuada la estación de penitencia a la Catedral de regreso a su templo, para lo cual estaba previsto desmontar de inmediato el paso, ya que el Viernes Santo debería figurar en la Hermandad de Padre Jesús y Nuestra Señora de los Dolores. Por tanto, al no salir procesionalmente la Hermandad de Pasión, una vez cerradas las puertas de la iglesia, se procedió a adelantar la entrega de dicho paso.

¿En cuánto quedó concertada la venta? Resulta curioso los pocos antecedentes que hemos encontrado. Consultando el libro de acta del citado 1928, tan sólo se recoge un apunte de entrega de efectivo de 15.000 pesetas y cita brevemente la existencia de una letra de cambio convenida, cuya cuantía se ignora, lo que hace suponer que el precio acordado no sería ciertamente de importancia.

Ante este hecho, se impone una nueva pregunta: ¿Qué valor representaría, hoy en día, esta joya del bordado tan maravilloso que contemplamos ahora en esta exposición? Dejemos en el aire esta incógnita y sería muy interesante la opinión de personas expertas en apreciar lo que representa este tesoro vendido en tales circunstancias.

Sevilla admiraba este manto, hasta taal punto que, cuando el paso aparecía en nuestras calles, era curioso la expedición que producía. Recordamos como los padres levantaban a sus hijos en alto para que los pequeños pudieran contemplar aquella paloma, recamada en oro, con las alas abiertas, mostrando en su pico una simbólica rosa de pasión, alegórica al título de la portentosa efigie de Jesús de Pasión. Por esta circunstancia se le conocía por el pueblo vulgarmente como el “manto de la paloma”.

Terminamos esta vivencia. En 1929, año de la Exposición Iberoamericana de Sevilla, que fue apoteósica toda la Semana Santa en esplendor y masiva afluencia de gentes llegadas de toda España, con la presencia de sus Majestades los Reyes don Alfonso XII, la reina y toda la corte española, se estrenó el actual paso de la Virgen de la Merced, sin que figurase San Juan Evangelista como es tradicional y costumbre en la hermandad, ya que no pudo ser terminada su túnica y mantolín, que hoy se admira como una maravilla de auténtica riqueza en bordado en oro, que en 1930 pudo estrenarse.

Cabe lamentar la venta del manto como hemos expuesto, de forma incomprensible, pero también es justo reconocer la suntuosidad de los actuales bordados que se admiran hoy en día en el paso de la Virgen, verdadera obra de arte, así como las láminas que representan los Siete Dolores de la Señora, auténticas piezas de bordado en seda, que más bien parecen pinturas por la finura de su ejecución. El coste de algunos de estos encuadres, como por ejemplo el de la huída de Egipto, recordamos como dato anecdótico para tales circunstancias actuales, costó 1.500 pesetas.

Sean estas breves notas pequeña historia sobre un manto que se nos fue de Sevilla a Ronda. Como hermano de Pasión sentí hondamente la venta del mismo en época que siendo joven no dependía de mí evitarlo. De todas formas, ante hecho consumado, nos congratulamos que nuestros ojos lo hayan podido contemplar de nuevo en esta magna exposición de “La Semana Santa de ayer”.

 

                Manuel Fernández Piedra de Silva

                El Correo de Andalucía 3 de marzo 1985.

 

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