CORONA PROCESIONAL DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES.
Fastuosa, elegante y armónica en sus proporciones (manifiestamente proporcionales) y motivos ornamentales, la corona de salida de Ntra. Señora de los Dolores es uno de los mejores ejemplos de orfebrería religiosa que se pasean por las calles de Ronda llegada la Semana de Pasión. Paradigma contemporáneo en el arte de labrar metales y darles bellas formas de manos del sevillano Manuel de los Ríos Navarro.
Conformada según tipología imperial, y ejecutada en 1984 podemos considerar esta corona de salida de Ntra. Señora de los Dolores como pieza singular y significativa dentro de la producción del prolijo maestro sevillano, que, dando muestras del especial empeño que puso en su elaboración, la firmó en su base; hecho singular que, reconocido por el propio Manuel de los Ríos, la señala como obra relevante dentro de su trayectoria profesional (más si cabe si tenemos en cuenta la gran cantidad de trabajos seriados que salen, año tras año, de su taller). Una pieza que llegó a la hermandad rondeña en octubre de 1984 de manos de Juan García (dibujante del taller del maestro sevillano), que, en nombre del propio Manuel de los Ríos, la regaló a la misma tras la compra, el año anterior, de una candelería de 92 piezas que, habiendo pertenecido a la hermandad de la Sed, obraba en poder del orfebre (candelería que, actualmente, es la que continúa dando base a la luz del paso de palio de la Virgen de los Dolores).
Partiendo de un sencillo y estrecho aro decorado por friso vegetal y rematado con listel perlado, el canasto se desarrolla, de manera muy orgánica, adoptando terminaciones puntiagudas, resultando del encuentro entre dos tornapuntas, de las que nacen las seis imperiales que lo cierran. Amplio y parcialmente calado, pues presenta notables aberturas mixtilíneas en la parte superior del remate central, romboidales en los flancos y tendentes a los triangular en el resto de su superficie, su desarrollo decorativo viene marcado por una profusa presencia de elementos vegetales –roleos, acantos y hojarascas principalmente-, muy movidos y de mediado relieve, que envuelven, justo en su centro, a dos cartelas (anterior y posterior), de bordes apergaminados y fondos de escamas, que albergan sendos medallones con alto relieves alusivos al “Vaso espiritual” y la “Rosa Mystica”; emblemas marianos o imágenes simbólicas que, elaboradas en plata en su color, y basadas en la Letanías Lauretanas tomadas del Cantar de los Cantares de Salomón, aluden a María como Fuente de devoción cristiana de la que se debe beber y modelo de Caridad (reina de las Virtudes Teologales asociada a la rosa por San Buenaventura en su obra La vid mística por ser ésta considerada la reina de las flores).
Cerrando el canasto se disponen seis imperiales cerradas de perfil sinuoso conformadas por la sucesión de dos ces (cerrada y amplia la próxima al canasto y abierta la que conduce al punto de convergencia) sobre las que se disponen, a modo de ornamento, grandes hojas de acanto rematadas en su eje central por un listel de ovas. Imperiales que, en el caso de las dispuestas sobre los ángulos del canasto, reciben la figura de pequeños puttis (angelotes) de bulto redondo, fundidos, cincelados y en plata en su color, que ayudan a dar un mayor volumen a la composición.
Justo en el punto de reunión de las imperiales, sirviendo como nexo de unión entre el canasto y la ráfaga, se dispone un bello templete o tabernáculo con la figura (también en bulto redondo, fundida, cincelada y en plata de su color) de la Inmaculada Concepción; único aporta arquitectónico de la pieza conformado por pequeño casquete semiesférico gallonado sobre el que se disponen cuatro columnillas (lisas, sobre pequeñas basas y decoradas, a techos, por anillos) que soportan un pequeño capullín semiesférico decorado, con guirnaldas y formas vegetales.
Culminando la obra aparece la ráfaga, que, organizada compositivamente a partir de un arco circular decorado con numerosos engastes de brillantes semipreciosos y sin dorar, se divide en dos zonas bien diferenciadas. La primera, en la zona inferior y totalmente calada, se configura mediante compleja trama vegetal de perfil ondulante que alcanza mayor desarrollo y anchura en su zona central, abrazando el templete que acoge a la figura antes aludida de la Inmaculada. La segunda, que culmina la pieza, es a base de haces de rayos y formaciones vegetales longitudinales que, alternos y también calados, sirven de apoyo a las doce estrellas de doce puntas que, en alusión a la mujer apocalíptica que narrara San Juan en su texto bíblico, y ornadas en su centro con roseta a base de pequeñas ovas y un brillante engastado, dan colofón a esta bella pieza de orfebrería sevillana; rayos lisos, rectos y biselados que escoltan, en cada uno de sus haces, a uno flamígero y curvilíneo de mayor longitud, y formaciones vegetales que, sirviendo de apoyo a las citadas estrellas, dan cabida en su base a cabezas de querubines fundidos y cincelados en plata blanca de los que penden pequeños penachos de plumas. Ráfaga de delicada factura que se complementa, sobre alegórico Orbe –sin sobredorar-, con bella Cruz de remates flordelisados, granates engastados y pequeños haces de rayos oblicuos partiendo de centro.
DETALLES
- Autor: Manuel de los Ríos (Sevilla 1941)
- Cronología: 1984 Sevilla
- Material: Plata sobredorada y en su color; repujada, fundida, cincelada y con engastes de pedrería fina (brillantes y granates)
- Tipología: Imperial
- Marcas/Inscripciones: Firmada y fechada en la parte inferior de la placa de sujeción: "Manuel Ríos. Sevilla 1984"
- Dimensiones: 56x63,5 cm
- Canastilla:
- Diámetro del borde: 16 cm
- Diámetro interior: 23 cm
- Altura: 38,5 cm
- Flecha: 18 cm
- Templete:
- Altura: 8,5 cm
- Diámetro: 2 cm
- Ráfaga:
- Anchura máxima: 16,5 cm
- Anchura mínima: 10,7 cm
- Cruz: 13,5 cm
- Estrellas: 4,5 cm
(Información extraida integramente de la Revista "Mayordomo" de la Cuaresma 2007)