Corona de Camerino

ANTIGUA CORONA DE CAMERINO DE NTRA. SEÑORA DE LOS DOLORES

Con idéntica edad, o muy próxima, a la de la propia Virgen de los Dolores, estamos ante la corona que lució la titular de la hermandad del Nazareno hasta 1985; año en la que pasó a ocupar su lugar actual como corona de camerino (obviando, como es justo decirlo, una desaparecida de latón dorado manufacturada por un hermano de la cofradía que, en la década de los setenta –durante un par de años-, llegó a ser procesionada en la noche del Jueves Santo).

Basada en modelos decorativos extraídos de los repertorios trabajados durante el siglo XVII, pero recogiendo tipologías formales del XVIII, se caracteriza por la inclusión de abundantes tornapuntas, cintas planas, cartelas, cabujones y costillas; primando lo geométrico sobre lo vegetal u organicista.

De escaso valor artístico –aunque sin restar ni un ápice de su estima histórica y emotiva-, arranca su composición de estrecha banda de fondo de escamas con aplicación decorativa a base de óvalos y botones lisos. Sobre éste, calado y de poca altura, se dispone canasto de tornapuntas, cintas y rectángulos de perfiles punteados, de claro estilo setecentista, del que surgen, con pequeñas cabezas de querubines alados – en extremo arcaizantes- como base, seis imperiales de movidos perfiles formados por tornapuntas enfrentadas y cintas planas que cobijan rectángulos lisos y pequeños jarrillos o perrillones: todo ello con el mismo punteado de perfiles que el canasto.

Sobre el canasto, adoptando forma de media luna invertida, y flanqueada por molduras o listeles en los que aparecen pequeños círculos incisos, se dispone la ráfaga. Pieza de fondo picado de lustre, sin calar, cuya decoración, centralizada por el Orbe y de desarrollo simétrico, se realiza, a tono con el canasto, mediante tornapuntas, querubines alados, cintas planas enmarcando rectángulos lisos y ces enfrentada que albergan espejos sobre los que se disponen formas poligonales. Sobre el Orbe, como colofón de la corona y segundo cuerpo de la ráfaga, aparece cruz latina de brazos creados con tornapuntas confrontadas y terminaciones flordelisadas que es seguida, a ambos lados, por los característicos haces de rayos, lisos, biselados y alternando los rectos con los flamígeros, y doce estrellas de ocho puntas.

Un presea que, pese a su cariz tosco, cumple su cometido honrosa y hábilmente, adoleciendo su composición, como nota más negativa, de la armonía y compensación que vimos en la corona firmada por Manuel de los Ríos; aspecto que se hace evidente de manera especial en los añadidos con decoración vegetal que se disponen entre la ráfaga en el canasto.

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