Padre Jesús se reencuentra con Ronda.
La tregua del cielo permitió completar un Jueves Santo brillante en Ronda, con la salida en procesión de la fervorosa hermandad de Padre Jesús y la Virgen de los Dolores.
Bullicio en la cuesta que sube al monte Calvario. Ronda entera mira a Padre Jesús. Ronda espera a su Señor, dispuesta a cargar con la cruz que curva su espalda. Ronda o el gran cirineo. Sólo quienes habitan esta ciudad pueden entender la devoción que se irradia desde un barrio pero que acaba cubriendo a toda una ciudad.
El Jueves Santo acabó de nuevo este año en Padre Jesús. Habían pasado tres años. Largos años de lluvia en la Madrugá rondeña de pasión, tornada este año en una extraordinaria madrugá rondeña de pasiones. De oración interna y de vivas al Señor y a su Madre.
Nadie pudo contener la emoción al ver salir el paso por el enorme pórtico lateral de la Iglesia. Apenas se adivinó la primera levantá en el interior del templo que los aplausos llegaron a la misma Ronda. Y no pararon los vítores; las lágrimas; la emoción desbordada. Pero el paso del Señor caminó sin prisas. El Nazareno volvía a saludar a los rondeños. Se recreaba mirando a su gente. Trá él, guiando sus pasos, la banda de cornetas y tambores de Arriate. Y le siguió en su caminar su Madre de los Dolores, la bellísima Dolorosa de Castillo Lastrucci. Extraordinario trabajo costalero. Devota cuadrilla. Y la Virgen no descansa; ella sí tiene prisa por ver a su Hijo.
La Hermandad prosigue en su empeño de confeccionar el nuevo paso para el Señor, que se sigue tallando en los talleres del sevillano Antonio Ibáñez. Obra barroca, cuyos avances se han visto por fin en las calles este Jueves Santo. Lo último,los respiraderos laterales. Para la Madre Dolorosa, se platearon las doce varas del palio, donde pueden ver doce ángeles que soportan su carga.
Decenas de promesas, en una imagen que no deja de sorprender cada año, se colocaron entre el Señor y la Virgen. Jubiloso reencuentro.