El Señor de Ronda volvió a llenar un año más las calles.
Publicado en Ronda Semanal 27 de marzo de 2005
Prácticamente no cabía ni un alfiler en los Ocho Caños. Miles de personas llegadas de todas partes se arremolinaron en la popular barriada rondeña para presentar la inigualable salida de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de los Dolores.
Tras iniciarse la comitiva con la Cruz de Guía y la primara e interminable fila de nazarenos, apareció por uno de los laterales del templo el paso de costaleros de Padre Jesús, que descendió por la rampa con una elegancia propia de un día grande de Pasión. Las marchas cofrades hacían que el paso se meciese con una soltura y prestancia que llamó la atención de propios y extraños.
Tras el Señor de ronda una gran multitud de devotos marchaban en promesa tras el paso, portando velas en señal de plegaria y oración agradecida al Hijo de Dios, que subía con rapidez la cuesta de Santa Cecilia, camino del centro, donde miles de personas esperaban una de las procesiones más populares de la Semana Santa de la Ciudad del Tajo.
Minutos más tarde, era el paso de Nuestra Señora de los Dolores la que, con gran cariño, era deslizada por los costaleros hacia la calle Real, antes de iniciar la prolongada cuesta.
El palio se balanceaba como nunca, haciendo sonar campanillas y saetas desde todos los rincones de la barriada de Padre Jesús. Ya en el centro, los titulares fueron custodiados en todo momento por los fieles que acudieron a la “madrugá rondeña”.